Quizás quiso decir «sonoridad»

«Ella poseía un cuerpo donde quejarse, iba a un corazón, tenía dolores mensuales, tenía un cuerpo donde ella sucedía»

⎯Clarice Lispector.

Nacer mujer es tener un destierro perfilado en el pecho, como una marca de nacimiento indeleble: sobre los espacios que recorremos sigue flotando una resistencia amarga y vieja que nos impide habitarlos por completo. Quizás es esta condición de errancia la que nos hace mirar hacia dentro y buscar en nuestros cuerpos el consuelo de un santuario. Quizás, también, es la que nos intensifica el deseo de compartirnos y afirmar la vida.

El destierro no es nuestra única herencia: las fibras que tejen nuestros cuerpos son resistentes porque están hechas de las cansadas tristezas de nuestras abuelas, de las penas dolorosas de nuestras madres. Pero donde hay sombras, hay luz, y por cada hebra endurecida por el miedo y la violencia, hay otras dos emblandecidas por la ternura el afecto.

La curaduría estuvo a cargo de María Muñoz, curadora invitada y socia de BAR mini..

Habitamos y defendemos nuestros cuerpos porque son el único territorio posible de lucha. Aprendimos a transformar las piedras que nos oprimen en amuletos, y los usamos en los días de lluvia para construir puentes que nos lleven a otros santuarios, a otras dolencias, a otras maneras de habitar(nos) a través del cariño, juntas, hasta que todos los espacios sean santuarios, hasta que la dignidad se haga costumbre.

Quizás quiso decir «sonoridad» es una exposición curada y hecha por mujeres que desde sus propias dolencias no sólo han explorado en la colectividad una manera de manifestarse desde lo íntimo, sino de encontrar puentes para compartirlo.